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sábado, 11 de enero de 2020

ANÁLISIS - Detroit: Become Human


GÉNERO: Narrativo
DESARROLLADORA: Quantic Dream 
DISTRIBUIDORA: Sony 
VERSIONES: PC, PS4 
FECHA DE LANZAMIENTO: 25.05.2018 


FÓRMULA EVOLUCIONADA


David Cage y Quantic Dream son nombres que van ligados a un estilo de juego, una especie de subgénero propio que dio comienzo con el lanzamiento de Fahrenheit, allá por el ya lejano 2005. Muchos quisieron verlo como la evolución de la aventura gráfica tradicional, pero lo cierto es que se trataba de un título puramente narrativo en el que la historia avanzaba mediante la toma de decisiones y Quick Time Events. Se trató de un experimento que terminó cuajando no solo entre el gran público, sino también entre muchos otros grupos de desarrollo que adaptaron el estilo a su conveniencia. No obstante Quantic Dream siguió a lo suyo con Heavy Rain y Beyond Two Souls, títulos que retocaban la mecánica original haciéndola incluso más accesible a las masas. Podría parecer que la fórmula estaba agotada, pero aún quedaba margen de mejora como demuestra este Detroid: Become Human.


Para que un juego puramente narrativo resulte atractivo es esencial contar un buena historia, y la premisa inicial de Detroit me lo ha parecido. El juego no traslada a un futuro cercano en el que la mega compañía Cyberlife es capaz de desarrollar robots dotados de gran inteligencia y con aspecto idéntico a un humano cualquiera. El uso de estos androides se ha masificado de tal manera que la ciudad de Detroit se encuentra al borde del colapso con enormes tasas de paro y personas que ven en estas máquinas una amenaza al estilo de vida tradicional. En este contexto comienzan a aparecer seres humanos asesinados por los llamados divergentes, unos androides que muestran conductas parecidas a los sentimientos humanos. Bajo este interesante, aunque manido trasfondo, el juego te hace partícipe de la historia a través de los ojos de tres androides diferentes cuyas acciones determinarán el futuro de las relaciones entre humanos y androides. Por un lado tenemos a Connor, el androide de última generación enviado para esclarecer el asunto de los divergentes; Markus es el androide que intentará liderar la revolución de las máquinas; y por último Kara, una androide que intenta escapar de toda la vorágine con la niña que estaba cuidando. Son tres historias que como puedes adivinar, terminan convergiendo en muchos puntos del guión, y resultan lo suficientemente bien construidas para que termines implicándote con las motivaciones de sus protagonistas. Se juega mucho con el hecho de despertar sentimientos en el jugador, de ponerte entre la espada y la pared mediante decisiones que no siempre son buenas para el personaje que estás manejando. Terminas entendiendo todos los puntos de vista que plantea el juego, y por ende, resulta complicado decantarse por un bando, si es que dicho término viene al caso.


La puesta en práctica de este conglomerado de historias no se ha desviado ni un ápice de lo desarrollado anteriormente por la compañía. Detroit es un juego contemplativo, y hasta se podría decir que reflexivo, en el que te limitas a dirigir al jugador en entornos muy controlados buscando pistas y hablando con otros personajes mientras la historia se va desarrollando a tu alrededor mediante la toma de decisiones. La interacción con los escenarios es muy limitada, ya que se centra en unos pocos objetos por estancia que pueden arrojar algo de trasfondo a la historia, o como mucho, ser parte de la reconstrucción de una escena violenta. Sin embargo en Detroit se ha dado una vuelta de tuerca al concepto, pudiendo desbloquear nuevas opciones de líneas de diálogo según lo minucioso que seas examinando el escenario. Ver una foto, una pintada en la pared, o mismamente un arma oculta en el cajón de una mesilla, puede cambiar acciones y diálogos posteriores.

Una de las mejores características de Detroit: Become Human es precisamente el árbol de ramificaciones. A diferencia de títulos anteriores de Quantic Dream, el grupo de desarrollo ha optado por mostrar dicho árbol al terminar un capítulo, lo que te permite conocer de primera mano todas las posibilidades que se plantean a nivel argumental. Existen un montón de ramificaciones distintas, muchas más que en anteriores juegos de la compañía, que suponen cambios importantes en la historia. Y no solo hablo de decisiones que afectan al desarrollo de los siguientes capítulos en los que controlas a ese personaje, que sería lo esperable, sino incluso dentro del mismo capítulo puedes perderte, o ser partícipe, de secciones muy extensas dependiendo de tus acciones. Sigue habiendo un trasfondo común y un hilo conductor, pero las alternativas son ahora más numerosas que nunca. La historia que vivas con Detroit puede ser sustancialmente diferente de la de cualquier otro jugador, y en este caso no solo se trata de ver un final distinto, sino de disfrutar de secciones muy cambiadas desde el principio hasta el final de la historia.

Para que la trama sea lo más creíble y se consiga empatizar con los personajes, Detroit hace gala de un despliegue tecnológico que no admite tachas. Se ha contado con actores de carne y hueso para dar vida a los personajes, y ni que decir tiene que su implementación digital resulta una auténtica virguería técnica. Los rostros de los personajes están elaborados con un mimo exquisito, y si a eso le añadimos el excelente doblaje al castellano, por momentos parecen auténticos humanos. Es cierto que las caras de los secundarios están algo menos elaboradas, pero nos encontramos sin duda con algunos de los mejores personajes creados para un videojuego. La ciudad de Detroit también está recreada de manera excepcional, pero se nota menos protagonista que los personajes. Los entornos suelen ser muy contenidos pero eso sí, están repletos de detalles, dotándoles de una naturalidad muy conseguida. Puede que todo es despliegue tecnológico sea posible por el reducido tamaño de los entornos, pero aún con dicha excusa el juego se ve de escándalo.


A pesar de ser más de lo mismo, Detroit: Become Human me ha parecido la mejor obra de David Cage de largo. Su creador ha sabido retocar la fórmula lo justo para hacerla más atractiva, más espectacular y mucho más rejugable. Hay un esfuerzo importante en ofrecer las máximas opciones posibles al jugador, y el resultado final se nota. No me considero precisamente un fan de los juegos narrativos, pero este Detroit me ha proporcionado una de las mejores experiencias que he tenido en este subgénero.

LO MEJOR 
Un árbol de decisiones muy variado. 
Técnicamente es impecable.

LO PEOR 
Poca libertad de movimientos e interacción.

8/10

Creeping

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