DESARROLLADORA: Rockstar North/San Diego
DISTRIBUIDORA: Rockstar Games
VERSIONES: PS4, Xbox One
FECHA DE LANZAMIENTO: 26.10.2018
TAN DECEPCIONANTE COMO SUBLIME
Nos encontramos ante uno de esos juegos capaces de condicionar toda una industria, de hacerla girar en torno a su lanzamiento por el enorme volumen de ventas que puede acaparar. Podría decirse que es el culmen de los desarrollos triple A, una práctica que solo pueden permitirse unas pocas compañías, y Rockstar es una de ellas ganada a base de juegos rompedores. Los GTA siguen siendo su franquicia estrella, pero la aparición del primer Red Dead Redemption fue lo suficientemente exitosa para dar por hecho el desarrollo de una continuación que además, intenta establecer un nuevo estándar en el género. Una tarea cada vez más complicada vista la enorme competencia que hay.
A nivel argumental RDR 2 funciona como una precuela de la historia de John Marston. En esta ocasión asumes el papel de Arthur Morgan, integrante de una banda de pistoleros y ladrones que huye de las fuerzas de la ley. El grupo no está formado únicamente por delincuentes sin escrúpulos, también hay sitio para mujeres y niños anclados a este peligroso estilo de vida. Sin embargo la historia del juego no resulta especialmente atractiva por los hechos que se van sucediendo, pero sí por las relaciones que se forjan entre los miembros de la banda. Poco a poco vas conociendo la personalidad de cada uno, sus pasados, sus debilidades, los objetivos por los que luchan día a día, algunas veces mediante el desarrollo de una misión, y otras sentándote a su lado a escuchar lo que tienen que contarte. No es casualidad que haya un botón para saludar a la gente, ya sea para mostrar tus respetos, para ser hiriente o para desencadenar una conversación. La interacción con los personajes es mucho más orgánica y natural que en otros juegos, diría que tiene la virtud de ser casi espontánea. Ir al asentamiento de la banda, prepararte un café o comer un buen estofado mientras te acercas a tus compañeros para saber qué es lo que les preocupa, se convierte en una rutina que consigue integrarte más que las típicas misiones de afinidad de juegos como Mass Effect.


Desgraciadamente ese esfuerzo realizado en forma de miles de líneas de diálogo y posibilidades no tienen el correspondiente reflejo en las mecánicas jugables. La estructura de RDR 2 es idéntica a la de cualquier otro sandbox, lo que conlleva la típica ración de misiones principales que debes realizar para avanzar en la historia, pero la ejecución de las mismas deja bastante que desear. La gran mayoría de estos encargos son extremadamente rígidos. Ve a un punto del mapa, pega cuatro tiros, huye si es que toca, y no te salgas mucho del camino central o la misión se da por fallida. Y eso cuando tiene algo de complejidad, porque hay unas cuantas que consisten en ir al punto marcado en el mapa para desencadenar alguna línea de diálogo y poco más. Digamos que quitando unas pocas misiones, no hay lugar a la improvisación, a la creatividad para afrontar tus objetivos, estando a las antípodas de la libertad que da un juego como por ejemplo Breath of the Wild . Paradójicamente las misiones secundarias sí que dan cierto grado de libertad, y no solo eso, algunas de ellas cuentan historias tanto o más interesantes que las principales. Por supuesto, también hay hueco para encargos absurdos que te invitan a recorrer el mapa de cabo a rabo. Que si unos huesos de dinosaurio, que si unas estampas, etcétera. Son encargos eso sí, que no se entrometen en el desarrollo de la historia, y que funcionan como aliciente para explorar a fondo el mundo del juego.
Tampoco ayudan el lento control del personaje, ni un interfaz recargado de opciones que te obliga a demasiadas pulsaciones para hacer cualquier cosa. El peso del protagonista se siente en todo momento, los giros no son inmediatos, su velocidad en interiores es lenta, y cualquier acción tiene su correspondiente animación que no se puede saltar. Es por tanto un realismo buscado adrede que no todos veréis con buenos ojos, aunque una vez te has acostumbrado todo cobra cierto sentido. Rockstar ha querido diferenciarse de su franquicia estrella, y al igual que ocurre con el argumento, digamos que en RDR 2 todo es más serio, más real, menos propenso a las locuras -que las hay-. Desgraciadamente esa tosquedad también se aplica a las secuencias de acción, y mucho me temo que esto no ha sido algo planeado. El sistema de coberturas es bastante errático, tanto es así que se parece a los primeros imitadores de la fórmula Gears of War, una década atrás. Los combates suelen ser muy sencillos, un hecho propiciado por una IA poco trabajada que apenas te obliga a cambiar de cobertura en mitad de los tiroteos. Si a eso le unes el uso del Dead Eye, el tiempo bala de toda la vida, el resultado puede ser un poco descafeinado, lo que no deja de ser decepcionante tratándose de un juego del Oeste. Algo mejor resueltas están las peleas de puños o las escenas de infiltración, que sin ser una maravilla, cumplen con su cometido. Pero entre que las misiones principales son muy rígidas y que el sistema de combate tampoco está especialmente trabajado, RDR 2 no parece un juego destinado a darte muchas alegrías.


En definitiva, RDR 2 es un juego contradictorio. Por un lado se puede ver como un sandbox decepcionante, cuyo ritmo de juego puede echar para atrás a muchos aficionados al género; y por otro es capaz de ofrecer uno de los mejores mundos virtuales jamás creados. Si consigues olvidar -o perdonar- sus defectos y te adaptas a ese desarrollo pausado, te encontrarás con una de las mejores experiencias que te puede proporcionar un videojuego. Así es RDR 2, un juego mediocre y al mismo tiempo, una experiencia inolvidable.
LO MEJOR
Un mundo vivo como pocos.
Técnicamente es sensacional.
LO PEOR
El diseño de las misiones principales es muy rígido.
Un sistema de coberturas poco refinado.
9/10
Creeping
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